La satisfacción de tus clientes está basada, principalmente, en la calidad de tu trabajo. Pero no podemos olvidar que la forma de hacer las cosas también juega un papel importante.
Hemos seleccionado algunas prácticas relativamente sencillas que te ayudarán a ganarte la confianza de tus clientes.
1. Entrega un poco antes del plazo previsto
Es mejor cubrirse las espaldas en la estimación para poder entregar el trabajo a tiempo y, si puede ser, incluso un poco antes.
Si entregas con un día o dos de antelación, el cliente apreciará tu eficacia, y además tendrá tiempo de realizar algunas pequeñas correcciones antes de lanzar el proyecto al público.
Ojo: no te pases de listo/a. Como hemos comentado alguna vez, si finalizas el trabajo con demasiada antelación, acabarás levantando suspicacias. El cliente puede acabar pensando: “¿Por qué me dijo 10 días si en realidad podía hacerlo en 5? Me está tomando el pelo… “
2. Toma la iniciativa
La mayor parte de las veces, el cliente acudirá a ti con una idea de lo que necesita, pero sin un conocimiento profundo sobre tu área de especialización. En tus manos está ayudarle a encontrar la solución que necesita. Para eso debes tomar la iniciativa.
Evidentemente, puedes limitarte a tomar notas, como si fueras un secretario, o un notario que levanta acta. Pero el cliente agradecerá que asumas un rol activo: que le orientes, que le facilites propuestas y soluciones. Esta actitud participativa puede ayudarte a consolidar tu relación con el cliente a lo largo de todo el proyecto.
3. Responde a los correos con rapidez
A nadie le gusta esperar. A los clientes tampoco. Es casi imposible que puedas realizar todo lo que te piden al instante. Pero lo que sí puedes hacer es responder cuanto antes a sus correos electrónicos, resolviendo las dudas, estimando el alcance, dando plazos orientativos, etc.
Es una forma sencilla y rápida de tranquilizar al cliente, que así tiene constancia de que “hay alguien ocupándose de sus asuntos”, y de que estás al tanto de sus necesidades. Además, respondiendo vía email podrás evitar un montón de llamadas telefónicas “desesperadas”, que suelen consumir mucho más tiempo.
4. Sonríe de vez en cuando
No hemos venido al mundo a sufrir. En un cara cara con otra persona, la sonrisa es uno de los primeros gestos que descodificamos. De manera consciente e inconsciente, solemos interpretarlo como señal de alegría, energía positiva y confianza.
No tiene sentido mostrar una sonrisa forzada. Pero tampoco tiene ningún sentido estar todo el día con cara de funeral, como si el trabajo que realizamos fuese una condena. Intenta ser positivo. Disfruta con lo que haces y cultiva un gesto tan positivo y natural como el de la sonrisa. Tu cliente -y cualquier persona que se relacione contigo- lo agradecerá.
5. Atención extra
Un profesional tiene que cobrar por el trabajo que realiza, eso es evidente. Pero eso no debería convertirte en una caja registradora, incapaz de adaptarse a las circunstancias específicas de cada caso. Si uno de tus buenos clientes necesita que, aparte de los estimado y presupuestado, realices unos pequeños cambios urgentes en su proyecto, posiblemente no te suponga demasiado esfuerzo hacerle caso. El cliente quedará encantado con tu atención, y seguramente seguirá confiando en ti para futuros proyectos.
6. Un poco de paciencia
Todos nos equivocamos. Los clientes también. Muchas veces nos enfadamos porque el cliente no sabe lo que quiere, porque se ha empeñado en hacer las cosas de una manera que consideramos equivocada, porque no se decide, etc. A veces se nos olvida que el cliente no lo hace a propósito, y que su objetivo, desde luego, no es fastidiarnos a nosotros.
Gritar, indignarse, pedir cuentas no servirá más que para agravar el problema. Con un poco de paciencia y de comprensión seremos capaces de reconducir los cambios y los errores para llevar el proyecto a buen puerto. El cliente nos lo agradecerá.
7. En cuanto surja un problema, levanta la bandera
Los problemas no suelen desaparecer por arte de magia. Es más, tienden a agravarse cuando no los afrontamos con determinación. Por eso es tan importante comunicar los problemas -los de verdad, no las tonterías- al cliente cuanto antes, en vez de echar tierra sobre ellos. Así sabremos a qué atenernos, cuál es el alcance real, cuáles son las alternativas… Y, sobre todo, podremos dar una respuesta conjunta.
Si silenciamos el problema, éste aparecerá al final de todo, cuando ya no podemos hacer nada por solucionarlo. Y el cliente se acordará de nosotros y de nuestra familia durante mucho tiempo…
Puedes consultar el artículo Doing the Little Things to Please Clients, publicado por Amber en FreelanceFolder